Y tanto que lo conmueve, que con la historia de Simba y su transición de niño a hombre no hay quien pueda resistirse a emocionarse.
Hay que reconocerlo, mi generación (veinteañeros, nacidos a mediados o finales de los 80) hemos crecido rodeados de las espectaculares películas Disney, no las «quiero y no puedo» de los 80, ni las «que buenas son las secuelas o las películas sosas con gran presupuesto» de finales de los 90 y principios de los 00. Nosotros en Simba tenemos la misma tragedia que Bambi, y con la muerte de Mufasa perdimos a nuestro Chanquete.
Con todo esto como para resistirse a ir a ver el musical, nos criaron para ser máquinas de pedir y comprarlo todo, y El Rey León era un «must».
Por eso la obra del teatro Lope de Vega es un «remember» desde el minuto 1, y dura 2 horas y media (con descanso), así que estarás reviviendo tu infancia, disfrutando del portento vocal de todos los actores y la cuidada puesta en escena en la que será una experiencia entretenida y un viaje por tu infancia.
Pros: Los actores, todos son increíbles aunque hay que destacar al imponente (en más de un sentido) Simba adulto, y la gran Rafiki (que si en la película es un personaje divertido, aquí roba el protagonismo cada vez que aparece).
Contras: Simón. El personaje es la gran decepción del musical en mi opinión, y es que no se le ha españolizado de una manera completamente errónea. Aunque todos (niños en su mayoría) se reían con él, yo solo pensaba en sacar un rifle y cazar a ese suricato que se nota forzado y pegado a puñetazos en un montaje que hubiese funcionado mejor si se hubiese conservado su espíritu gamberro original.
Además, que hayan cambiado mi escena favorita de la película nunca se lo perdonaré.
Recomendación: Hay que verla pero tampoco hay que ir con expectativas de que va a ser la mejor experiencia de la vida.